“La estocada que agradezco”

Esta historia no pretende excusar o defender  al toro, menos exponerlo lastimeramente.

Hace unos años tuve esta faena. Me dio las gracias por haber hecho lo que hice, “algo bueno” en ese momento, tanto por ella como por otras dos mujeres. Fueron unos días muy turbulentos, pese a eso, siempre supe que lo que había hecho fue lo correcto. ¿Lo correcto ante los ojos de quién?, buena pregunta. Sin ahondar en el tema, supe y sé que fue lo correcto según la ley, un significado casi global de dignidad humana y aquello que llaman “tranquilidad de conciencia”.

Desde el inicio de la conversación, la faena fue intensa. Abordamos varios asuntos que parecieron  florecer una confianza y una empatía profunda entre las dos partes. Torera y toro parecían danzar sobre la arena, mientras en la barrera se escuchaban algunos olé de festejo.

Sin embargo, a media conversación, mi interlocutora la torera cambió drásticamente, dejó de jugar con el capote para usar las banderillas. Seguramente recordó que no podría darme el indulto cuando trajo a colación un asunto álgido no muy viejo que la involucraba indirectamente. El tono amable que usó minutos atrás se convirtió en una amarga sátira y un razonamiento hiriente. No sirvió mi explicación y menos ofrecer mis sinceras disculpas por el evento en cuestión, el cual había sido atizado por las palabras e interpretaciones incendiarias de terceras personas.

Seguidamente como si no fuera suficiente, me clavó dos banderillas al agregar dos reclamos airados correspondientes a otros asuntos más añejos. En uno de ellos, “yo no me había pronunciado solidariamente” cuando ella estuvo muy enferma años  atrás. Me encontró  como un toro sumiso, sin ganas de lidia. Cedí sin esfuerzo ante la figura de autoridad que ejercía sobre mí la torera. “Los toros no son fieros por naturaleza, los predisponen para tales rituales”…

La torera envistió al toro con una espada muy semejante a esta: “yo tengo unas personas en mi corazón, cuando vaya a Colombia,  sé a qué personas deseo ver y con quienes voy a estar”. El toro sonrió y con un tono incrédulo le preguntó “¿entonces ya no estoy en tu corazón?”, mientras se arrodilló sobre la arena agregó “yo soy buena persona”.  La torera con tono pausado y frío repitió lo dicho anteriormente, llevando la estocada hasta la empuñadura.

El toro se despidió, colgó el teléfono en medio de la oscuridad de la madrugada y dio por terminada la faena. Murió el toro en la arena, la torera para el toro, murió el toro para la torera y murió esa relación.

Me dolió la estocada final, me dolió la sangre de por medio. Sin embargo, confieso que hoy me gusta en retrospectiva el conjunto completo de esa faena. ¿Por qué? Porque hoy aprecio enormemente la técnica de la torera, la mujer al otro lado del teléfono. No fue vulgar, fue ella misma, sin tintes o apariencias. Fue tan voluble pero a la vez fiel a sus sentimientos y a su postura, no se puso con rodeos, fue por lo suyo y punto. No hubo lugar para malos entendidos, ni interpretaciones forzadas, no hubo un “halo de benignidad” que ocultara su decisión cortante. No hubo ninguna apariencia de bondad, cuando en realidad no la deseaba.

No tuvo necesidad de posteos en redes sociales con mensajes cifrados, ni reflexiones ambiguas  en Facebook queriendo decir “aquello que representaba su verdad y su sentir” al respecto. No, ella dijo lo que pensaba en ese momento, lo que le resultaba incómodo, lo congruente con su mirada y su tono de voz y lo pudo porque así lo quiso. No dejó nuestra relación a merced de silencios incomodos, no entregó el vínculo que teníamos en manos de la indiferencia y las falsas cortesías. No recurrió a ausencias hirientes y lo mejor de todo: no hubo amor fingido. Hubo lo que hubo, dos personas, dos sentimientos, dos perspectivas, una faena y una torera transparente que hizo lo suyo.

Por esto amo esa faena.

“Tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo estoy aquí resucitando. Gracias doy a la desgracia y a la mano con puñal porque me mató tan mal”… Mercedes Sosa

Nadia Freire, Marzo 3 de 2021

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