“ELLA SALVÓ MI DÍA”

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Así fue. Contó lo sucedido, empezando con una frase especial:

“Uno nunca sabe los medios de los cuales se vale el Señor para hablarnos”. Ayer terminando mi jornada laboral, justo cuando andaba con la cabeza revolucionada, en medio de la tensión de un par de asuntos, me sentía absolutamente agotado, un poco desorientado y con el ánimo golpeado. Tenía una última visita que realizar, la unidad de urgencias de la Fundación Cardiovascular…

Como toda unidad de urgencias hay camillas rebosantes de enfermos y heridos, —si no estamos hablando de una clínica modernizada y cómoda, lo cual es bien escaso—, el aire es denso, huele a  vinagre, a sopa fría, a sudor, a sangre, entre otras cosas, lo particular es que uno se acostumbra luego de ir con frecuencia.

Ya iba de salida, cuando médicos y enfermeras corrían afanados, entraban una camilla a toda velocidad, en ella una mujer joven. Pasaron junto a mí y pude verla, fue como si hubiese sido en cámara lenta, vi su cara, su estado de inconsciencia, la sangre en su cuello, la máscara de oxígeno… y una batalla inminente contra el tiempo.

Bastaron dos segundos para recibir un importante mensaje, lo que me quitaba la tranquilidad en ese momento y me dejaba un sinsabor, sin duda era una trivialidad juntó a la batalla de ésa mujer. Me sentí humilde e instruido, donde mis intereses eran unas pequeñeces comparados con la lección de vida que recibía en ese instante.

Sentí una reverencia absoluta y respeto por esa mujer, mientras elevé una oración en mi corazón por su recuperación, anhelando que hayan salvado su vida, mientras me quedaba agradecido porque ella salvó mi día.

21.06.14 9:23

LUZ

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