Buscar la preñez, es un sueño intenso,
mientras se encuentra el hijo anhelado.
Incansables súplicas por la intervención divina,
a falta de una, se elevan dos plegarias.
Una clamando a Dios con fe,
pidiendo la venia bendita de un engendrado.
La otra, no menos importante: invocar a la senil cigüeña,
para que cubra estas latitudes
y no se quede merodeando sólo en Francia.
Para que no se pierda en la ruta
y sepa tocar la puerta,
porque aquí no tenemos chimenea.
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