“LA SOPA DE LETRAS”

Hace varios años compré una revista de sopas de letras, muy entretenida gracias a la variedad de los temas. “Encuentre éstas palabritas por aquí y por allá”: objetos, nombres de países, profesiones, animales, plantas, parentescos, nombres de personajes famosos, todo muy divertido, hasta que llegué a una sopita bien particular.

El título era “La vejez”. Supuse que las palabras a buscar serían: madurez, sabiduría, experiencia, longevidad, descendencia, hijos, nietos, bisnietos, pensión,  parqués, mecedora, plenitud, alguna de estas enriquecedoras palabras, pero no. A cambio debía cumplir con la dispendiosa y odiosa tarea de encontrar éstas palabras enmarcadas en el tierno tema de “La vejez”:  achaques, cataratas, próstata, dolencias, sordera, reumatismo, artritis, sobrepeso, enfermedades, deteriorar, hipertensión, cardiacos, circulación y senilidad. Esas eran las palabras claves, les faltó incluir: caminadora, prótesis dental, demencia senil, pañales Tena y el ancianato. Qué sopa tan amarga.

Reflexioné y concluí el poco ingenio del que hizo esta sopa de letras, sin embargo me resultó preocupante: será que muchos perciben la vejez como lo hizo el astro creativo de esta sopa de letras?. Y finalmente en tercer lugar tuve un miedo enorme de envejecer con semejante futuro tan sombrío. Como si me acabaran de contar un entretenido cuento y el final era trágico, producto de un desenlace sencillamente desastroso para una cálida historia.

Una revelación interesante del Instituto de Métrica y Evaluación de la Salud (IHME) en la Universidad de Washington Estados Unidos, expuso que la esperanza de vida ha aumentado en promedio 6 años durante el último cuarto de siglo en el mundo. El estudio tuvo en cuenta los años de vida saludable (Healthy Life Years, HLY. Este indicador tiene presente no solo la tasa de mortalidad sino también la de morbilidad, es decir, la cantidad de personas que se enferman en un lugar y un período de tiempo determinados en relación con el total de la población. Un faro alentador que brilla con mayor alcance

Me encanta la idea de la vejez como un proceso de madurez y sabiduría, como un desenlace agradable para una vida bien narrada. La eterna juventud no ha sido descubierta, tal vez yace en el cráter de algún volcán o en el triángulo de las bermudas junto a las flotas de barcos y aviones desaparecidos en todo el mundo.

Según el HLY, el promedio de los años de vida saludable no ha aumentado igual que el de la expectativa de vida. Aunque las personas tienen hoy mayor esperanza de vida, aún hace falta que esos años adicionales estén libres de enfermedades. Los achaques resultan casi inherentes a la edad de oro, sin embargo no tienen que ser el eje de ésta buena etapa cúspide, tan digna como las décadas anteriores cuando lucíamos el pelo muy abundante y sin canas, y la piel parecía templada por hilos invisibles. En lugar del miedo a las enfermedades que suelen llegar con los años o el tedio a tener que lidiar con una versión disminuida de nosotros mismos, podemos ser amigos de nuestra pasada juventud.

En lugar de cerrar los ojos a la vejez futura, como quien deja para mañana lo que no quiere pensar hoy, hay otras condiciones  de mayor relevancia que pueden aportar a un mejor futuro, una mejor vejez. Una condición primordial es la buena salud (lo cual se puede sembrar desde ahora), buenos amigos, hermosos vínculos familiares, buen humor, amenas conversaciones, una actitud positiva frente a la vida, una mente y unas manos ocupadas  generando algo de valor, por citar algunas opciones.

Según el estudio, en Colombia la expectativa de vida aumentó desde 1990 hasta 2013. En las mujeres pasó de 75 a 79 años, mientras que para los hombres pasó de 67 a 72 años. En cuanto a los años de vida saludables, la cifra cambió de 63 a 68 años en la población femenina y de 58 a 63 años en la población masculina. .Un ejemplo especial, conozco a una mujer mayor llamada Melba Ruth, la cual cumplió ochenta años y aún con todo ese bagaje de ocho décadas continúa siendo una mujer muy activa, aguda en sus críticas, chistosa e ingeniosa,  es mi mejor referente y quisiera llegar a mi edad avanzada pareciéndome a ella — claro está, en las mejores condiciones, ojalá sin hipertensión—. La veo haciendo pan, preparando deliciosa pasta china, cociendo, haciendo manualidades, siendo una excelente anfitriona, contando buenos chistes, criticando los asuntos actuales, opinando de política, escribiendo fluida y elocuentemente y contando con una descendencia como la de Abraham, con 12 hijos, 45 nietos y 20 bisnietos al día de hoy. Esa mujer es mi madre abuela.

Los años llegan y tal vez llegarán con algunos achaques, sin embargo respiro profundo. Concluyo que  sí  existen mejores términos para buscar en La sopa de letras que definirá nuestra vejez, algunos los podemos escribir o reescribir desde ahora. Me convenzo que en este extraordinario camino de la vida cada uno escribe su propia sopa de letras y decide cómo se la toma.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *