“LA CUCARACHA DORADA”

 
Ya la había visto coquetearle a mi marido en un par de ocasiones. La vecina sexy, descarada e insinuosa, esa que muchas mujeres temen tener cerca del hogar, esa era mi vecina.
Yo sabía que en estos casos, “ser una dama” paga con decencia los créditos de cualquier reclamación o escándalo. Así que fui una dama en cada instante, más aún si yo quedaba a la luz de los vecinos y propiamente a la vista de la vecina. No evidenciar las emociones propias del desagrado, de la incomodidad y por qué no reconocerlo, de los mismos celos, esa fue mi consigna. Así me veía, inmaculada, perfecta, serena e inamovible.

Con frecuencia tengo sueños extraños, propios de una simbología especial. Mi madre me enseñó alguna vez que si soñaba con animales desagradables, eran enemigos y conforme fuese el animal, así era la persona físicamente.
Por varias noches tuve un sueño recurrente, me soñaba con una cucaracha dorada. La veía corriendo por la mesa del comedor, por los muebles y por la cocina!. Sentía un asco absoluto. Así qué siguiendo la regla de mi madre, reconocí a la cucaracha, era mi vecina!, ella tenía el color de cabello rubio dorado, tenía que ser ella…
Entonces, si era un sueño recurrente y la cucaracha se me manifestaba con tanta insistencia, era una señal. Una noche cualquiera, tuve un sueño muy particular. Soñé que era de mañana y ya me encontraba vestida para salir a trabajar, un tanto afanada, me aproximo a la cocina para preparar el desayuno para la familia, cuando abro el cajón del pan, y ¿qué me encuentro?: otra vez la vecina!. No era posible!, había mordisqueado el pan del desayuno, qué rabia!.
Así que saqué el cajón a toda prisa y lo lancé al suelo. La cucaracha lucía del tamaño de una langosta!, por lo que su aleteo resultaba muy intimidante. No obstante, con toda determinación la tiré fuera del cajón y la maté con mi pie derecho, claro está, tenía el zapato puesto. Sus alas doradas quedaron desparramadas en el suelo, así como sus viscosas entrañas.
Parecía resistirse a su suerte, pero finalmente murió. Maté a la vecina en mi sueño. Después de tal confrontación, paradójicamente no volví a soñar con ella, con la cucaracha dorada. Así mismo, coincidencial y simultáneamente, mi vecina de cabello rubio, se mostraba más recatada y no volvió a coquetearle a mi marido…

17.07.14  15:18

rubia

 

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *